Por qué triunfa el porno literario para mujeres
La literatura es hoy por hoy, como casi toda la cultura de masas, una industria. Y como tal, es comandada por empresas que realizan estudios de mercados muy caros y normalmente acertados sobre los gustos y las tendencias de los lectores. Las editoriales saben lo que sus clientes van a querer leer de aquí a unos meses, y por supuesto, apuestan por crear ciertas tendencias que luego se repetirán hasta la saciedad. Actualmente, los autores superventas tienen detrás todo un equipo de gente preparada para hacerle llegar al número 1, desde publicistas hasta creadores de contenido. El producto final, aunque sigue siendo una obra de artesanía literaria, pasa por tantos filtros que pierde, en parte, su esencia. Pero es así como se venden millones de libros, como se consigue llegar a todas las librerías del planeta. Ser un escritor de nicho puede resultar románticamente encantador, pero no paga las facturas.
En el territorio de los libros de éxito hay de vez en cuando sorpresas que nadie espera. Ni siquiera esos estudios de mercado de los que hablábamos antes supieron ver venir el golpe sobre la mesa que supuso el lanzamiento de Cincuenta Sombras de Grey en 2012. Una novela que partía de un fanfic, algo totalmente denostado por la “cultura literaria”. El libro, escrito por una mujer de mediana edad sin ningún tipo de experiencia, vendió más de 30 millones de ejemplares en su primer año en todo el mundo. Un fenómeno que todavía no ha podido se replicado, ni siquiera explicado, por los gurús de la cultura literaria de masas. Evidentemente, Cincuenta Sombras de Grey tiene algo que lo ha hecho conectar con millones de mujeres en todo el planeta. La astuta campaña de marketing de su editorial también ha ayudado, por supuesto, pero libros como el de James hay a millones. ¿Por qué el suyo y no el de cualquier otra escritora de erótica? No es la que mejor estilo tiene, sus personajes son muy estereotípicos, pero tal vez sea la forma en la que se atrevía de hablar del sexo lo que la ha hecho triunfar. Y con ella, a todo un género que parecía de nicho, pero que se ha hecho tremendamente popular en esta última década.
Imaginación frente a imagen explícita
El porno literario es un género eminentemente creado por y para mujeres. Y esto tiene una explicación bastante sencilla: los hombres suelen preferir ver porno audiovisual, en lugar de leerlo. Los estudios han refrendado ese mito tan manido de que los varones son mucho más visuales y explícitos, mientras que las mujeres prefieren algo más imaginativo y sutil. Un hombre se excita con la visión de un cuerpo desnudo. Una mujer le da más importancia a la voz, a los susurros, a las palabras. La literatura siempre deja mucho más a la imaginación que el porno audiovisual, desde luego, y eso ha permitido que el género de soft porn se desarrolle mucho mejor en este arte. Las mujeres han sabido conectar con esas imágenes que James expone en sus libros, hasta crear su propia versión de la historia.
Los fetiches reprimidos salen a la luz
Las mujeres, al igual que los hombres, siempre han tenido un deseo sexual ferviente en su interior. Es algo biológico, aunque la sociedad y la cultura se ha encargado de canalizarlo de mil formas posibles hacia algo mucho más reprimido, especialmente en el caso de las chicas. No es que todo haya cambiado, pero al menos ahora una mujer puede hablar sobre su sexualidad de una manera más libre. Todavía hay mucho que andar, pero es cierto que los fetiches sexuales femeninos están saliendo poco a poco a la luz. Da igual si a los hombres les incomoda que haya mujeres sexualmente activas y que deseen exactamente la misma libertad que tienen ellos. Hemos llegado a un punto de no retorno, y eso también se ve en la literatura.
Hace tan solo 20 años parecía impensable regalarle a nuestra amiga una novela erótica y un juguete sexual por su cumpleaños. Ahora es algo bastante habitual, porque ese tabú sobre la sexualidad femenina está desapareciendo. No es que Cincuenta Sombras de Grey lo haya cambiado todo de la noche a la mañana. Simplemente ha sido una consecuencia de ese aperturismo que se viene dando desde hace tiempo, con series como Sexo en Nueva York o películas como El Diario de Bridget Jones. De pronto, la mujer ha pasado de ser un elemento pasivo, como mucho romántico, a ser una figura empoderada que sabe lo que quiere y va a por ello. Y en eso también contamos sus deseos sexuales, tan válidos como los de cualquier varón, que ahora ven su reflejo en los libros más explícitos.
Equilibrio entre lo sexual y lo romántico
La mayoría de producción erótica literaria que se ha creado en la última década ha sido escrita por mujeres. No es que el género haya nacido hace unos años, porque ya a mediados del siglo XX había novelas eróticas muy explícitas. De hecho, este tipo de relatos devienen de una gran tradición que se remonta a siglos atrás. Sin embargo, nuevos tiempos requieren nuevas formas, y en este siglo XXI llenó de mujeres empoderadas y sexualmente activas, lo erótico debe dar un paso adelante y volverse más explícito. Las escenas de sexo en estos libros suelen ser bastante llamativas, dejando a un lado aquellas pomposas descripciones de antaño. Las heroínas de estas novelas ya no quieren ruborizarse ante una caricia, quieren que sus hombres las empujen contra una pared y les haga sentir cosas que jamás habían sentido.
Igualmente, si lo explícito ha crecido dentro de los relatos eróticos en estos años, lo romántico también sigue teniendo su sitio. De hecho, a veces es difícil catalogar una novela como erótica o romántica, porque a estas alturas ambos géneros ya se combinan de manera casi simbiótica en muchos libros. Autoras como Megan Maxwell o Elisabet Benavente en España han logrado ese equilibrio perfecto entre literatura romántica para chicas con escenas muy tórridas y sexuales, sin cortarse un pelo. El empujón recibido por el género erótico femenino ha pasado de ser una anécdota a convertirse en una verdadera gallina de los huevos de oro. Tal vez una década después se esté viendo ya un poco de desgaste, pero las novelas de este género siguen apareciendo a centenares, y teniendo un éxito razonable.
Un género que sigue en auge
La saga de Cincuenta Sombras de Grey ha conseguido colarse dentro del top 10 de libros más vendidos en el siglo XXI en todo el mundo. Más de 50 millones de ejemplares han colocado a E.L. James junto a Dan Brown y J,K. Rowling, superando incluso a Crepúsculo, la saga en la que se basó la idea de la novela erótica sobre Grey. Desde entonces, este impulso ha seguido alumbrando nuevas obras, editoriales enteras dedicadas a la erótica femenina, y muchas autoras independientes que tratan de copiar el éxito de James, sin conseguirlo, por supuesto. Las mujeres ya no tienen vergüenza de leer este tipo de libros en público, y esto ha podido generar también un empoderamiento en sus vidas sexuales, al punto de tomar las riendas en sus relaciones y ser menos sumisas.